En mi libro Autoestima. Búsqueda interior. Claves para descubrirla comparto lo que he perdido y lo que he ganado en mi proceso hacia el amor propio. He perdido adicción al sufrimiento y he ganado capacidad de disfrutar.
En el proceso de mi crecimiento (el cual continúa), aprendí que para que el verdadero placer pueda ser disfrutado es necesario ser auténticos con nosotros mismos, permitiéndonos que el dolor del alma fluya.
Pareciera que el dolor estancado, por no haber sido confrontado, aplasta el amor que está dentro de mí, con el que nací. Ese dolor acumulado se convierte en obstáculo y muchas veces bloquea el fluir natural de la belleza interior ante un estímulo.
Esto lo comprobé en el camino de sanación y hoy en día, luego de haber confrontado en diferentes oportunidades el dolor del alma, sé que es mucho más fácil la respuesta de placer al sentir un estímulo.
Al detectar el grado de insatisfacción y enojo que me causaba complacer a los demás, siendo “buena”, descubrí el miedo que me causaba el rechazo. Luego de trabajar este aspecto, me di cuenta de que perdí la necesidad de agradar a los demás y gané autonomía. Ya no vivo para hacer feliz al otro.
El miedo al rechazo me hace sentir muy incómoda, sobre todo cuando no complazco o cuando soy capaz de hablar mi verdad en respeto. Aprender que no soy responsable de cómo se sientan los demás y que solo soy responsable de mis propios sentimientos y pensamientos es indispensable.
Actualmente, decido pasar el momento de incomodidad al decir: “No puedo”, para luego disfrutar la satisfacción interior por haber tomado en cuenta lo que quiero y necesito.
Es importante hacerse preguntas para saber lo que realmente quiero. Lo que los otros hacen o dicen, habla de ellos y no de mí.
Hoy en día continúo soltando la rigidez del perfeccionismo y ganando fluidez al permitirme equivocarme y ser humana.
Ahora comprendo que la mente humana está inclinada al negativismo (está comprobado que la mente es 97% negativa) y no me asombra la crítica. Haga lo que haga y cómo lo haga, por lo general seré evaluada desde el punto de vista del otro, y eso está bien. He aprendido a no ser la pelota de la opinión de los demás.
He aceptado que yo, al juzgar, hago lo mismo. Así que me observo y continuo. Esto me ha dado mucha libertad y humanidad.
Permitir que los demás tengan sus propias opiniones y actitudes y soltar la necesidad de tener la razón ha sido muy útil. Soy perfectamente imperfecta y eso está bien.
He soltado la invulnerabilidad y he ganado el conocer la importancia de ser auténtica, sintiendo mis emociones, reconociendo cuándo el cansancio me dice que me estoy negando a sentirme a mí misma.
Al presente me doy cuenta de que cuando al sentirme agotada físicamente estoy negándome a sentir alguna emoción, estoy negándome inconscientemente a confrontarla. Así que me detengo, me evalúo, me observo, resuelvo buscando mi paz interior. Me detengo para amarme.
Solté creerme autosuficiente y gané haber aprendido mediante la práctica a solicitar ayuda cuando la necesito.
De creerme invulnerable, he pasado a ser una persona sensible y realista. Hoy puedo darme cuenta si estoy negándome a sentir evadiendo un problema.
Anímate a reprogramarte para amarte.
Marisbelia Tomodo.
Autora del libro «Autoestima. Búsqueda Interior».
0 comentarios