Aprende a disfrutar – Parte 1

junio 12, 2017

Disfrutar la vida como disciplina espiritual

Si ya aceptaste que tienes el patrón conocido como dependencia emocional o codependencia, te comparto lo que yo hago para vivir este proceso de “Re-programarme para Amarme”.

Si reconoces que tienes necesidad de ayuda, búscala. Créeme que me gustaría ayudarte. Privadamente escríbeme tus desafíos, preguntas y comentarios a mito@marisbeliatomodo.com. No te garantizo tener todas las respuestas, pero seré genuina en ellas.

Mi deseo es motivarte e inspirarte. Yo estoy absolutamente convencida de que sí podemos vivir la vida de la que Jesús nos habló; una vida en abundancia, una vida experimentada desde el amor vivo que emana de un corazón puro.

Disfrutar como disciplina espiritual

El disfrutar como disciplina espiritual tiene el propósito de recuperarnos del sentimiento de insatisfacción y frustración que se origina por la dependencia emocional.

En esta oportunidad quiero hablar de la importancia del entendernos y conocernos a nosotros mismos como una herramienta que nos ayuda a estar más presentes y “disfrutar” la vida.

Como continuación de la pregunta ¿Y ahora que hago? yo quiero hacerte otras preguntas:

  • ¿Sabes lo importante que es disfrutar?
  • ¿Tienes conciencia de cómo tu saboteador interior te roba el don divino de Dios de poder sentir el disfrute pleno de la vida?
  • ¿Has practicado el “Disfrutar” en toda circunstancia como disciplina espiritual?

He dedicado toda una etapa de mi vida a servir a mi «ser dependiente emocional.» Recordemos que hemos estado practicando toda nuestras vidas lo que de niños aprendimos. Para deshacerlo necesitaremos invertir mucho tiempo y tener disciplina propia.

Cuando nos bloqueamos, como defensa ante las emociones negativas para no sentirlas, también bloqueamos automáticamente las emociones positivas. De esta manera el resultado es que experimentamos una vidas automatizadas en la cual callamos los sentimientos que consideramos negativos, pero con ellos se calla también lo bello, lo sabroso, y como consecuencia callamos también el disfrute. Cuando esto sucede, no se puede experimentar la plenitud en nuestras vidas. Cuando no sabemos lo que sentimos somos esclavos de la incertidumbre. Una de las características del co-dependiente es que no sabe (no tiene consciencia) lo que siente.

Muchos de nosotros creemos que la diversión es equivalente a estar siempre ocupados y en actividad constante. Generalmente hacemos muchas cosas buscando el gozo en esas actividades, y muchos de nosotros habremos comprobado, como yo, que no necesariamente estoy disfrutando de la vida cuando estoy en constante actividad (siempre haciendo cosas). Al contrario, mientras mas me ocupo, mas me canso, mas me agoto. Hablando en términos generales, veo con tristeza que al estar tan ocupados en constantes actividades, evitamos los momentos íntimos de relación con otros y con nosotros mismos. El estar siempre ocupados nos ayuda a desconectarnos de nuestras emociones al distraerlas. Distraemos las emociones y las calmamos, pero no por ello van a dejar de manifestarse en el futuro de una manera explosiva. Es la olla de presión que llevamos internamente que tarde o temprano va a explotar.

Déjenme contarles una historia que ilustra perfectamente lo que estoy tratando de decirles. Yo tengo un hijo especial (que padece de parálisis cerebral) que vive con nosotros. Es una situación muy particular para todos en la familia, y para decir la verdad, bastante difícil, y muchas veces muy estresante. Aclaro que él es especial, amado y cuidado, nuestro gran maestro de humildad en esta tierra. Las situaciones en las que los tres como familia estamos involucrados muchas veces llega a ser muy difíciles, inclusive para el mismo. Su problema de movilidad, no le impide entender y darse cuenta de todo, teniendo percepciones y emociones como cualquier ser humano.

Sus limitaciones le impiden hablar, así que tiene deseos insatisfechos, como todos nosotros. El acto reflejo de toser es para él su manera de llamar la atención, y vomitar, una manera de expresar su confusión y a veces sus miedos, ansiedades y angustias. A algunos de nosotros, el miedo nos provoca nauseas, la diferencia es que a lo largo de la vida, vamos desarrollando la salida para manejar la emoción y madurarla.

En Septiembre del año 2015, yo estaba en plena depresión, insatisfecha y furiosa, y por supuesto, usando mi careta invisible de “todo está bajo control”. Me costaba la vida darme cuenta de la amargura tan profunda en la que estaba sumergida. En ese tiempo yo estaba recibiendo terapia y Dios me estaba revelando esa amargura que yo tenia y estaba viendo como yo me manejaba. Estábamos en Panama City Beach los tres (mi esposo, mi hijo y yo), como solemos hacer todos los años. Para mí, los delfines siempre han simbolizado una connotación positiva. Son alegres, divertidos, saltan y disfrutan. Me encantan. En ese momento de mi vida Dios me estaba guiando en mi caminar espiritual a un llamado a “Disfrutar”.

En mi primer día en la playa, pude maravillarme al visualizar un delfín acercándose a la orilla. El delfín estaba literalmente nadando en dirección a mi de forma directa, saltando y acercándose a mí. El delfín estaba rodeado de una escuela de peces pequeños y plateados que saltaban alrededor del delfín. Esto me lleno de total alegría y excitación, como a una niña que disfruta plenamente el momento.

Inmediatamente percibí que éste era un mensaje de Dios, directo a mi corazón. El mensaje era: “Disfruta Marisbelia, quiero que estas vacaciones te concentres en disfrutar como disciplina espiritual”.

Yo contesté: “Dios, ¿cómo me puedes pedir, que en medio de este batido de emociones, pueda siquiera pensar en disfrutar?”

Acepté su reto en medio de mi enojo y le puse una condición: “Si realmente eres tú quién me pide que disfrute, te pido una señal, quiero ver peces saltando en mis narices donde quiera que yo vaya”.

De ese momento en adelante, Dios comenzó a comprobarme como puedo disfrutar la vida, al sentir la alegría de ver como su amor por mí hacia que los peces saltaran en mis narices. En aquel momento Roberto no se contagiaba de mi alegría, pero mi hijo sí, y practiqué, esa semana, poder sentir la alegría del disfrute sin depender emocionalmente de mi esposo, dejándolo ser, quitando mi atención en él y respetando su punto de vista.

Un día ocurrió, para mi gran sorpresa, que estando sentada en mi flotador sobre el mar, me saltó un pez en la cara. Luego, otra tarde, en nuestro paseo por la laguna del hotel, comenzaron a saltar los peces en frente de mi como si estuvieran realizando una danza. Yo empece a gritar y a saltar de alegría, y en mi corazón se me reveló que era mi papá Dios, que me estaba dejando ver con mis propios ojos y me estaba haciendo sentir feliz para que pudiera disfrutar de ese momento en mi vida. Con mi energía conectada en el amor y fijando mi mirada en el mar para poder continuar viendo a los peces, pude visualizar, por primera vez en muchos años, cientos de peces plateados que se recreaban entre las algas, y los veía brillar bajo el agua. En ese preciso momento y con mucha emoción le compartí a mi esposo la alegría y revelación que estaba experimentando yo. Le exclame a mi esposo: Mira! Así es el subconsciente; está lleno de la alegría de Dios! La vida y su dolor anulan la alegría y la hunden, pero la verdad es que la alegría está allí, dentro de nosotros y tengo que poner atención para verla y dejar que esa alegría brille en mí para poder sentirla y disfrutarla.

Antes de terminar las vacaciones, abrí la ventana del cuarto del hotel que da al frente de otra laguna más pequeña y de repente vimos a un solo pez grande saltar alto, y fue algo realmente impresionante. Mi esposo y yo estábamos en ese segundo mirando al mismo lugar y vimos al pez saltar. Sin decir ni una sola una palabra mi esposo y yo comenzamos a reír a carcajadas, y en ese momento se despertó en nosotros una deliciosa alegría. En ese instante afloró en mi un sentimiento de agradecimiento inmenso que me llenó por completo. Esa experiencia me dejo claro que Dios me ama y que se comunica conmigo cuando Él quiere y como Él desea. Yo estoy abierta a estar sintonizada en Su frecuencia. Yo hago que Dios sea parte de mi vida y estoy atenta a Sus señales siempre. En esa ocasión pude comprobar que Su deseo y Su intención con todo esto era que yo decidiera salir de mi frustración.

La verdad que la codependencia que estaba viviendo, no me permitía disfrutar de la vida. La insatisfacción era mi compañera constante.

Cuando uno siente un agradecimiento tan profundo, uno llega a estar en la presencia misma de Dios (en mi caso la alegría pura compartida con mi esposo). Dios me estaba comunicando su amor para que yo disfrute esta vida.

Salir de la frustración es una opción y yo puedo escoger ejercitarla.

La semana pasada regresamos a mismo sitio. Apenas puse mis pies en el muelle de la laguna, me enfoqué en el deseo de mí corazón de alegrarme al ver a los peces saltar. En voz alta les avisé que yo estaba allí y me dispuse a estar atenta para disfrutarlos y disfrutarme. Dios se revelo dándome alegría y me hizo sentir como una niña experimentando su gran amor moviéndose dentro de mí.

Esa experiencia fue absolutamente hermosa. Nuevamente los delfines vinieron a nuestro encuentro en la playa. Yo me emocione mucho y mi familia también disfruto la experiencia. Note que la energía cambio en ese momento. Me llegue a sentir plenamente feliz y satisfecha.

Ahora, así como te pregunté al principio, te vuelo a preguntar:

  • ¿Sabes lo importante que es disfrutar?
  • ¿Tienes conciencia de cómo tu saboteador interior te roba el don divino de Dios de poder sentir el disfrute pleno de la vida?

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Muy agradecida,

Marisbelia Tomodo.
Autora del libro «Autoestima. Búsqueda Interior».

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